CARMEN NAVARRA PRUNA
OBRAS EN LA COLECCIÓN IVLIA: ( pulse sobre las imágenes para ampliar )
Carmen Navarra Pruna nace en Sant Just Desvern (Barcelona) en 1933. Cuenta Navarra Pruna que, buscando en su recuerdo el momento de su primera experiencia del dibujo, lo encuentra de siempre, en sus reminiscencias, como si fuera algo inherente e inseparable de su ser. Despunta en ella desde muy joven su imaginación, creatividad e inquietud. Confiesa que asistiendo a la Escuela en S. Justo, era siempre la elegida para realizar pequeños trabajos de dibujo e ilustración, y nada le causaba mayor satisfacción que dibujar, escribir, crear e imaginar. Sus preferidos de aquéllos infantiles años eran personajes de cuentos de hadas, príncipes y princesas -que era lo en aquélla época se estilaba— y dedicó a ellos muchas de sus horas. A los 11 años gana un primer premio Nacional que había convoca-do una Editorial sobre ilustración de cuentos, y a tanta imaginación corresponde como premio una máquina de coser; era la posguerra; fue su primer éxito y al mismo tiempo su primera gran decepción, ya que el segundo premio era una bicicleta, que ella tanto ansiaba; esto la marcó un poco, ya que todavía lo recuerda... Hubo otra etapa posterior en que dibujó imágenes de Vírgenes y Angeles y esto la llevó a trabajar en una de las más importantes editoriales de Crismas del país —Luis Talleda— y a ello estuvo dedicada durante casi treinta años. Mientras su mayor ilusión hubiera sido poder asistir a una buena Escuela de Bellas Artes y aprender mucho, hubo de conformarse con seguir trabajando por libre y se convirtió en auto-didacta. No sobraban medios para su formación y eran tiempos en que una chica no podía moverse con libertad; no hubo posibilidad de estudios nocturnos, en su casa el horario para llegar era extricto y no había opción para ninguna apertura. Sin embargo, dibujó siempre en todo momento; aún en la edad infantil de sus hijos supo sacar y encontrar horas para su vocación... el dibujo. Es una excelente dibujante que desdeña la facilidad, la estéril facilidad, sintiendo, cuando pinta, el goce y al mismo tiempo el dolor tortu-rante que debieron experimentar los grandes maestros de la pintura de otros tiempos. Pinta —dice— para satisfacción suya; por ese gozo íntimo que se experimenta venciendo dificulta-des; por el placer que «la tortura de pintar» produce, poniendo en ello todos sus afanes. No se ha formado, pictóricamente, en ninguna Escuela, siendo su formación totalmente autodidacta. En sus dibujos y pasteles, honra el ilustre apellido que lleva. A pesar de no tener un parentesco cercano con el pintor Pedro Pruna, el abuelo de Carmen era del mismo pueblo de Mataró que el padre del pintor; ella siempre se ha considerado admiradora, discípula y pariente del gran pintor. Hay algo en sus dibujos —como antecedente— de su homónimo y lejano pariente. Es una de las dibujantes que mayor interés despiertan actualmente, cuando tan poca importancia se concede al dibujo correcto y ciudado; en momentos de modernidades, extravagancias y caos vanguardísticos en que se refugian —salvo raras excepciones— los que no saben dibujar. En sus dibujos, ceras y pasteles queda bien acusado su temperamento de ilustradora; al igual que le sucediera al gran pintor e ilustrador que fue Grau Sala; que su arte minucioso, afiligranado, de encantadora meticulosidad, con finas estilizaciones llenas de romanticismo delicado y sutil, conducido por cauces a los que la ilustración obliga, desemboca felizmente en el acierto; consiguiendo al final lo que se propone: Agradar e interesar... En sus paisajes, jardines, claros, transparentes, alegres y de un decorativismo con reminiscencias exóticas, pero gráciles y sugestivas, llenos de delicadeza y gracia, debido a su fina sensibilidad y femineidad, nos recuerda, levemente, a la gran pintora ruso-catalana Olga Sacharoff. Al pintar telas en que el tema es la mujer, lo hace con grande y verdadero respeto a las leyes formales, con un sentido exacto de la medida y del equilibrio, fijando en el lienzo estados del alma femenina; sin más preocupación que la de plasmar su sen-sibilidad y su gracia con un ritmo lineal que encanta y un colorido que cautiva. Es una artista de espíritu romántico y poético, de exquisito gusto, de una sutil delicadeza y de una honradez y sinceridad meritorias; cualidades éstas, que refleja totalmente en sus cuadros, alegres, regocijantes, que tienen la facultad de atraer y retener la atención, de aniñar el alma de quien los contempla... Entre los aciertos definitivos, que figuran en su más reciente producción,
demuestra Carmen tener facultades investigadoras y analíticas; en su última
experiencia de las ceras con collages, éstas adquieren excelentes calidades, y
factura de loables aciertos; en ellas el temperamento pictórico de Navarra queda
firmemente acusado y en disposición de acometer, con espíritu triunfador,
mayores empeños siempre en marcha interrumpida y ascendente. Se le abren anchos
caminos para que conduzca por ellos, ilusionada y enfervorizadamente, su arte a
plenitud de resultado. «Sin ideal no hay pintura, ni dibujo, ni color»—Dijo Lorenzo García-Diego Pérez
En la galería Versalles se presenta la pintora catalana Carmen Navarra Pruna, con una creación donde se mezc a una técnica excelente con un delicado sentimiento femenino. Surge de todo ello una personalidad blen definida, que sabe expresarse con un bello grafismo. No nos sorprende que C. Navarra se haya formado en el arte de la ilustración, ya que la adaptación de las formas al área del cuadro así lo prueba. Es perfecta la unión de las formas y los colores al conjunto creador. Ramón Torres Martín
...Muestra, en que su creadora excelente dibujante convierte en posible algo que parece dificil en la pintura, hacer desaparecer la línea perseverando los,ritmos que configuran unas bellas composiciones a través del color que la absorbe y la proclama en unas obras que, poetizando la realidad, llegan a una expresión última a través de dos dicciones: una de signo ingenuista, encendida por el color, otra de sello postimpresionista, muy armonizada en su dimensión tonal... C. Navarra Pruna, cuida con sentimiento los argumentos que realiza, bañándolos en una atmósfera, que los liga, que los hace entrañables y decididamente sensibles. Francesc Gali
Todo es atractivo vivo, a la vez que sencillo, en esta hermosa y buena pintura de C. Navarra Pruna. La gracia natural, la auténtica, con el toque soñado y justo, desborda en sus maravillosas figuras de niños y adolescentes, riendo, corriendo, echados sobre alfombras o jugando con decorativos globos, con sus rubias guedejas, sus risueños y asombrados ojos se asoman a las deliciosas telas como a la vida, alegre de alma y de color, enternecedoras a la par que magníficas obras, donde la delicadeza cromática se suma al arte y a la buena calidad de esta pintura. Paisajes soñados como de cuentos, pero sin caer, ni un momento, en la ilustración. Blancas y suaves maternidades contemplan la gran exposición de esta laureada artista en Sala Nonell. Conchita de Kindelan
Hay en la pintura de esta artista, cierto encanto mitad poético, mitad evanescente, que devuelve al espectador a una infancia, quizás imaginada en buena parte. No importa. Subsiste el encanto, recorriendo callada y levemente estas cuarenta pinturas de delicado romanticismo, no literario sino humano, ése que referencia a un instante o a los años de adolescencia. Dejemos aparte dependencias de otras pinturas y aproximaciones, a otras maneras. Es la atmósfera de ese encanto, lo que subsiste como realidad y, por tanto, como lenguaje plástico. En esta nostalgia, han surgido todos los personajes de esta pintura: personas mayores, adolescentes, niños...relacionados unos con otros, como si pertenecieran a un mismo mundo: acaso el de la nostalgia y el recuerdo, el de esta ternura que se refugia en la memoria para no morir. Fernando Gutiérrez
... Es una pintora alentada por el profundo sentido poético, que resuelve mediante una visión subjetiva de la forma que nos parece en todo caso como entrañablemente contenida e intimista... Lina Font
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